"Le jugaron chueco a Díaz Ordaz"
 
Luis González de Alba ha preferido no mirar las 12 fotografías que publica este diario sobre el 2 de octubre de 1968.

Me horroriza, me pondría mal varios días dice. Pero curiosea y pregunta: "¿Y cuántas personas aparecen muertas?".

Unas 14, mujeres y hombres.

¿Se ven las heridas?

En una, hay un hombre al que le estallaron medio cráneo; en otra, a un chico le volaron la oreja...

González del Alba, ex líder estudiantil del 68: "Pues las fotos no modifican mi versión: no hubo más de 40 muertos. En la cuestión del número nos hemos enredado; hubo quienes hablaron de miles. Y no, son menos de 40. Eso, claro, no hace menor el crimen: es un genocidio".

¿Menos de 40? La cifra oficial fue de 33. Testimonios hablan de más.

No supe de nadie, cercano a mí, que resultara muerto. No fue como en la llamada guerra sucia de los años 70, donde hay cientos de desaparecidos. Los que estuvimos el 2 de octubre en la Plaza volvimos a vernos. Estábamos todos los dirigentes. Creo que el número oficial no suena tan increíble. La propia Comisión del 68, creada por legisladores opositores hace cinco años, no encontró más de 40 muertos.

Las 12 fotografías publicadas ayer lunes sólo muestran a los muertos de lo que fuera la tercera delegación del Ministerio Público, en las calles de Mosqueta y Allende. En el texto, José Ramón Fernández y Gilberto Ibarra, director y subdirector del Servicio Médico Forense del DF (y que aquel 2 de octubre eran ayudantes de peritos), comentan la brutalidad de las muertes, hablan de balas expansivas, de bayonetazos, de armamento que quizá sólo el Ejército podría tener en sus manos, y no de medianos calibres como de los revólveres que portaban integrantes del Batallón Olimpia.

Me resisto a creer que el Ejército llegara con balas expansivas dice el escritor radicado en Guadalajara. Le hubieran bastado balas comunes, para qué destrozar. El Ejército nunca recibió la orden de matar. Si hubiera disparado expansivas, hoy no estuviera hablando con ustedes. Todos habríamos muerto.

Pero el Ejército disparó...

Sí, pero al Batallón Olimpia. Aquello fue un montaje contra el Ejército. La intención del gobierno era detener a los dirigentes del movimiento, pero otro mando, que no fue militar, envió al Olimpia al tercer piso del edificio Chihuahua y después de la famosa bengala empezó a disparar contra la gente. El Ejército los vio vestidos de civil y respondió a los disparos.

Lo anterior también fue dicho por González de Alba ante el Ministerio Público, que rindió su declaración el 3 de octubre de 1968 en el Campo Militar número 1, donde estaba preso.

El problema es que no lo incluyeron en mi declaración. También eliminaron la parte donde dije cómo supe el nombre del batallón. "¿Cómo?", me preguntaron. Porque gritaban a los soldados: "¡No disparen, Batallón Olimpia!". Si Gustavo Díaz Ordaz hubiera dado la orden, el Ejército nunca hubiera disparado contra el Olimpia.

¿Entonces?

Alguien le jugó chueco a Díaz Ordaz, alguien montó una provocación.

¿Qué le dice el nombre Luis Echeverría?

Ese Echeverría es el principal sospechoso. Aquello no era el estilo de Díaz Ordaz. En el libro Los Procesos de México, 1968 están varias declaraciones ministeriales de miembros del Olimpia y de soldados heridos. Y todos declaran que las primeras balas vinieron del tercer piso, donde estaba el Olimpia. Si el presidente y el secretario de la Defensa hubieran concertado tal acción, entonces por qué se dispararon entre militares. Esto apunta a alguien poderoso del gobierno y no a Díaz Ordaz.

Parece exculpar al Ejército...

No estoy diciendo que nuestro Ejército sea bueno; lo de las bayonetas caladas lo creo; las llevaban para dispersar a la gente. Pero después de ese día, varios amigos me comentaron que los soldados los protegieron, que les ayudaron a salvar sus vidas.